
Tal fue mi experiencia con Mandrake el mago, la creación del mítico Lee Falk, el guionista y creador de "phantom". Simplemente cayó en mis manos uno de los números que le dedicó Garbo, que para colmo de la frustración incluía el final de una historia (El coloso) y el comienzo de otra (El cubo mágico). Y aún así, quedé prendado del personaje principal, de su poder hipnótico espectacular, del ambiente y del dibujo sencillo, eficaz y para mi lleno de encanto de Fred Fredericks.
En los más de treinta años desde entonces experiencias comiqueras más adultas, menos ingenuas y sencillas sumieron en el olvido al héroe de la chistera y a su corpulento amigo Lothar. Pero hace poco, en la única librería de cómics de Madrid a la que puedo acceder sin tomar el metro (Hipercómic, en la calle Jerónima Llorente) me encontré los números de Supercómic Garbo dedicados al mago. Por cierto que la frustración continuaba; el único número que faltaba contenía el comienzo de la historia "El coloso" y Garbo nunca terminó "El cubo mágico", pues ese número de mi infancia era el último que sacaron sobre el personaje. Pero en los otros números había suficientes historias completas para disfrutar de su amenidad, de su ingenio y también de su ingenuidad.
Tras mucho rebuscar información llegué a la conclusión que los álbumes que sobre el personaje sacó la editorial Eurocomics Majerit en los años 90 eran los mejores. Vi que Hipercómics tenía un lote de siete álbumes de la citada colección y fui a por ellos. Son excelentes álbumes, de tamaño grande, edición nítida, buen papel (aunque satinado). Hasta la traducción suena bien. Además cada volumen contiene historias completas, no las fraccionan.
La verdad es que las historias son algo tontas en principio. Por ejemplo el volumen que acabo de leer: 1 - Mandrake salva a un taxista ludópata de las extorsiones de un gangster de poca monta que tiene la mala costumbre de dar pisotones a la gente como diversíón. 2 - A Mandrake le aterriza una nave espacial diminuta en el ojo.

Supongo que es el niño que hay dentro de mí.

No nos engañas Mandrake, lo que pasa es que quieres es verle las braguitas a Narda. Y es que el sexo brilla por su ausencia en estos tebeos clásicos.