Los laureles del CesarEn otoño de 1971 se inicio este nuevo capitulo de las andanzas de nuestros galos. En este Abraracurcix es invitado a cenar a la casa de su cuñado Homeopatix (adorado por su hermana Karabella) en Lutecia. Asterix y Obelix les acompañan como escolta. Abraracurcix no soporta a su cuñado y en la cena reina una tensión que aumenta tanto como el consumo de alcohol por parte de Abraracurcix y Obelix. Esta combinación explosiva hace que finalmente Abraracurcix invite a su cuñado a cenar a su aldea para ofrecerle un plato nunca antes cocinado: un estofado perfumado con los laureles de la corona del mismísimo Julio Cesar. A raíz de esto Asterix y Obelix visitan Roma para conseguir la corona.
Si bien en la anterior aventura los ciudadanos de roma iban a visitar la aldea esta vez la tortilla da la vuelta y son Asterix y Obelix los que van a Roma. Pero esta aventura esta enriquecida de lo que flojeaba su predecesora: un excelente desarrollo y un humor sin pausa.
El desarrollo de esta historia es muy original. Se nos ofrece un flash-back de la visita a Lutecia para que entendamos de que va la cosa (adoro cuando Goscinny jugaba con los lectores) y luego empieza la visita a Roma que es toda una comedia.
El humor de esta historia es memorable. Quizás los más divertido es que Asterix actuá de forma muy inteligente pero a ojos de su entorno su comportamiento llega a ser completamente irracional (se ofrecen como esclavos, intentan hacer la vida imposible a sus amos, se dejan encarcelar por los romanos y encima se defienden en contra de si mismo en el juicio!). Pero aun así las circunstancias hacen que todo el rato le salga el tiro por la culata (son vendidos pero no por Cesar, sus amos acaban adorándoles, son condenados pero Cesar no se presenta a la ejecución). En fin, toda una serie de situaciones absurdas para conseguir un objetivo absurdo que sirve como pretexto para ensalzar más la figura de Julio Cesar y su importancia histórica. Sin menospreciar los chistes: los piques continuos de Abraracurcix y Homeopatix y su cena tan tensa con esa borrachera final, el termino “ferpecto” de Obelix (ya vimos en Bretaña que el alcohol no le sienta muy bien), cuando Asterix y Obelix se ponen a la venta (con sus posteriores juegos de palabra de venda, compra, re-venta, devoluciones), la receta explosiva de Asterix contra la resaca con su “warholista” reación al probarla, cuando los definen como objetos delicados, el emotivo discurso de Asterix en contra de el mismo y de Obelix o las sucesivas noches en vela estos dos son de los chistes muy buenos de la serie.
Aunque los personajes nuevos no resultan muy relevantes destacaría a Claudius Cualquierus, a su juerguista hijo Graco y al celoso esclavo Terminus.
Como elementos culturales se ofrece una gran muestra de la vida cotidiana de la alta sociedad romana (con una alta fidelidad a su arquitectura y su mobiliario como bien se refleja en la Domus de la familia de Cualquierus), el sistema de esclavitud en Roma (pues desgraciadamente había esclavos y como se nos muestra se vendían como si fueran objetos), el sistema judicial romano y los bajos fondos de Roma con sus catacumbas. Todo un homenaje a Roma, la mas prodigiosa ciudad del universo antiguo. En este sentido este capitulo seria una segunda parte de lo que ya se hizo en “Asterix gladiador” pero con una mejora ilustrativa muy notable (gran trabajo de Uderzo) y ofreciéndonos aspectos que se omitieron en ese capitulo.
Paralelamente a estos elementos del mundo antiguo Goscinny vuelve a introducir elementos actuales: Homepatix es todo un reflejo de los esnobs, la familia de Cualquierus es el reflejo de muchas familias
modernas (un padre empresario con su fiel esposa y una hija pija y un hijo totalmente dependiente que no hace nada y hace juergas a su costa como reflejo de esos jóvenes del botellón). Y también veo una especie de critica al estrés de las grandes ciudades con su trafico, sus horarios ajetreados y su delincuencia. Y mención también para guiños como el artista Andy Warhol, las esculturas del pensador, Laocoonte y el discobolo (representadas por ese esclavo que a algunos les recuerda a Stallone, aunque en el 71 era todo un desconocido). Y una caricatura al actor Jean Richard como domador del circo.
A pesar de que esta historia es todo un disparate en si misma (como las mejores comedias) se pueden aprender 2 lecciones: que uno tiene que tener siempre amor propio sin avergonzarse jamas de su situación (como Abraracurcix) y que no hay que abusar del alcohol porque estos nos pueden llevar a unos líos inimaginables.
La valoración de esta aventura es un ferpecto 10.
Destaco: la originalidad de su desarrollo y su gran humor, los elementos culturales antiguos y
modernos tan bien ilustrados y definidos y el post del gran Ottokar a esta historia que me ha servido de ayuda.
Fallos: que Julio Cesar e Idefix solo salgan en unas pocas y miseras viñetas.